Después de haber viajado por distintos lugares, empiezo a comprender que lo que asombra y lo que nos parecen curiosidades, aunque tiene que ver con el lugar que visitamos, se vincula más que nada con lo que consideramos normal en nuestra cultura, y hay asombros por acción pero también por omisión.
Por eso, y porque las curiosidades que les quiero contar son las que vivimos y no las que figuran en los 1649 post sobre curiosidades que pueden encontrar, tal vez este sea el post con curiosidades menos marketineras que vayan a leer, así que no esperen sorprenderse con datos tales como cuántas ovejas hay en Nueva Zelanda (como 6 por personas y llegó a haber 23 por persona) o que te cuente cuál es el lugar con el nombre más largo del mundo ni dónde queda (Taumatawhakatangihangakoauauotamateapokaiwhenuakitanatahu), ni pienso decirles que en Nueva Zelanda no podés alejarte del mar por más de 128 kilómetros.
Honesty bags y cosas gratis
Desde bolsas de limones o verduras hasta cera para la tabla de surf. Todo se encuentra en la calle para que cada uno saque lo que necesita y pague. No hay más interacción que la de depositar la confianza ciega y muda en un cliente anónimo que paga con gratitud a un vendedor inexistente. Además de este intercambio monetario entre personas que nunca se ven, me llamó la atención que se puede encontrar algunas cosas gratis. Por ejemplo: pinzas y llaves para arreglar la bici en la playa, parrillas en los parques que permiten cocinar al aire libre, sillones descartados en la vereda de alguna casa.
Valores de honestidad y confianza que le vienen perfecto al capitalismo que ya tiene sus supermercados trabajando sin cajeros, sabiendo que los clientes trabajan por ellos y pagan lo que corresponde.
Entendieron todo
Hace algunos años se puso de moda hablar del balance de Trabajo-Vida personal (como si el trabajo no fuera parte de la vida personal). Esta gente parece haberlo entendido hace mucho. La mayoría de las personas trabajan hasta las 5 o 5:30 de la tarde, algunos incluso cortan antes, y como en verano oscurece cerca de las 9 de la noche, tienen varias horas para disfrutar de su tiempo libre. Encima casi todos viven a menos de una hora del mar, o sea que pueden salir de su trabajo, subirse a su auto y en un rato están revolcándose en medio de una ola. Incluso vimos un peluquero que trabajaba solo miércoles, jueves y viernes 6 horas y los sábados 3. ¡Un ídolo!
Tasa de suicidio adolescente más alta de todos los países desarrollados
Y aunque entendieron todo, tienen este dato que circula como un rumor con forma de mancha. La primera vez que nos mencionaron el tema nos pareció extraño. Todo se ve tan idílico: playas, altos ingresos, casas arregladas con obsesión, autos accesibles para casi todos, asistencia social, mucha naturaleza, campeones de rugby, amabilidad extrema; entonces volvimos a escuchar hablar acerca del asunto y tuve que investigar. Una mala combinación de factores (bulling escolar, creencia de que los hombres deben ser duros, impacto cultural del colonialismo, embarazos infantiles y violencia doméstica) hacen que cada 100.000 adolescentes unos 15,6 decidan quitarse la vida, una tasa que es el doble que en Estados Unidos y casi 5 veces más que en Gran Bretaña.
Después de ver eso entendí porqué en algunos baños públicos y en el hospital había tantos folletos y carteles diciendo que si tenés un problema no tenés porqué resolverlo solo.
Los duendes de jardín
En la Argentina cada tanto se ve un enano de yeso en algún jardín. Son personajes de fantasía que uno puede ver con sus gorros despintados, algún brazo roto intentando decorar, por lo general, jardines descuidados, con árboles sin podar, pasto alto y rejas despintadas. En Nueva Zelanda pasa algo que sería lo opuesto. Los jardines están perfectos, como dijo Lu, ni siquiera se ven hojas de árboles caídas sobre el pasto.
Pero lo que nos llama la atención es que nunca vimos un jardinero. Esa perfección parece ser ejecutada por seres ficticios que nadie ha visto. Suponemos que tamaña prolijidad lleva bastante tiempo alcanzar, por lo que en algún momento en alguna casa deberíamos haber cruzado alguien haciendo alguna tarea, pero todo sigue siendo un misterio. Así como los que van al Cerro Uritorco intentan hacer contacto y fotografiar extraterrestres, yo salgo a caminar intentando encontrar jardineros para agarrarlos con las manos en la masa y poder fotografiarlos desprevenidos.
Flora y fauna impuesta
A primera vista Nueva Zelanda es un país verde. Y seguramente esa también fue la impresión de los primeros polinesios que llegaron hace unos 1000 años y la de los primeros europeos que intentaron desembarcar en las costas y terminaron muertos por los anteriores. Pero el verde que vemos hoy es diferente al verde de antaño. El hombre blanco decidió que los árboles que decoraban los cerros y montañas serían buenos para las industrias y entonces cambió el decorado y llenó todo con pinos, así que ahora es imposible sacar una foto en la naturaleza y que no aparezca un pino de fondo.
Como si eso fuera poco, tampoco estaban contento con los animales que había, así que trajeron sus propios animales, sin saber que introducir especias depredadoras en un terreno que había estado aislado por millones de años traería consecuencias terribles. La aristocracia se aburría un poco en la nueva colonia, entonces se hicieron traer animales para poder divertirse cazándolos, así que trajeron ciervos, zorros y otros animales que fueran entretenidos para matar. Por lo tanto hoy hay muchas especies nativas en peligro de extinción que son amenazadas por aquellas que fueron introducidas. Así que cada vez que veas un mamífero en Nueva Zelanda, pensá que es un invitado no deseado, como ese tío borracho que aunque nadie lo invita siempre aparece a festejar navidad.
Bibliotecas públicas
En cualquier pueblito uno va a encontrar un edificio moderno vestido de biblioteca. Tienen wifi libre y sillones para sentarse con la computadora, venden DVDs, se puede ir a ver a un juez de paz, hay mapas de la ciudad y folletos con los eventos venideros, baños limpios, personas amables siempre dispuestas a ayudar y hasta hay libros. Y a diferencia de los bares, en su interior se puede ver jóvenes.
Lo de la juventud es un tema extraño también. Habituado a las costumbres latinas, uno esperaría que las fiestas transcurran por la madrugada, pero a las 10 de la noche ya casi no queda nadie en la calle, incluso la noche de navidad a esa hora todos se habían ido a dormir y la noche de año nuevo a las 12:15 las calles se habían vaciado, haciéndonos creer que todos los que nos estaban rodeando minutos antes eran fantasmas. Y cuando uno encuentra una banda tocando música en algún lado se sorprende porque el integrante más joven cumplió los cuarenta años cuando empezó el siglo.
La muerte a la vista
En Argentina escondemos la muerte tras muros altísimos y gordos; haciendo mala literatura podría decir que lo hacemos así para que los muertos no puedan escapar fácilmente el día que resuciten, o podría buscar otras explicaciones, pero creo que la razón es que le tememos a la muerte y porque los cementerios suelen parecernos bastante sombríos. En cambio en Nueva Zelanda la muerte está en cualquier esquina. No lo digo de forma amarillista como un periódico, sino porque caminando nos hemos encontrado unos cuantos cementerios abiertos, con las lápidas visibles desde la calle en esquinas cualquieras, como si alguien hubiera tenido un terrenito y decidió poner un cementerio, como quien decide construir departamentos para alquilar o poner una quintita.
Y acá es donde uno se da cuenta que el asombro viene por la diferencia, por la falta de costumbre. Ellos caminan por la vereda a centímetros de las tumbas totalmente indiferentes, como si pasaran al lado de una vidriera que ya han visto demasiadas veces. Mientras nosotros nos damos vuelta mirando los nombres y las fechas, supongo que con el mismo asombro que ellos mirarían los muros símil búnker que nosotros hacemos para tapar a nuestros muertos.
Casi un cuarto de población es inmigrante
Los últimos años en varios países de Europa (y de América también) crecieron mucho los partidos de derecha, y uno de los motorcitos que más empuje les da es el discurso en contra de los inmigrantes. Cada vez que escucho algo de lo que dicen me acuerdo del sketch de Les Luthiers en los que explican que siempre es mejor tener un enemigo externo para echarle la culpa de los males internos.
Nueva Zelanda podría servir como argumento para rebatir esos discursos xenófogos. Aunque acá también en las últimas elecciones los principales candidatos tuvieron palabras que hacen sospechar que tienen más ganas de empezar a frenar que estimular la llegada de nuevos vecinos, los kiwis se enorgullecen diciendo que aquí no hay discriminación; claro que la hay pero en un grado bastante bajo si la comparamos con la que se vive en otros países que tienen muchísimo menos población inmigrante. Aquí representan el 22% y nadie los culpa de nada, incluso dejan que entren inmigrantes temporales para que hagan el trabajo que ellos no quieren hacer.
Claro que es más fácil que la población acepte este modelo teniendo una desocupación inferior al 4% y una inflación que no llega al 2%. ¿Cómo reaccionaría un kiwi si tuviera 10% de desocupación y casi 50 de inflación y muchos medios sugiriendo que los extranjeros que viven en el país son los culpables porque les están robando sus trabajos?
¿Qué es caminar?
Si salís a caminar te vas a cruzar muy poca gente que esté practicando esa antigua actividad. Es tan fácil y barato comprar un auto que parece que todo el mundo tiene el suyo. En un par de semanas de trabajo ya te podés comprar un auto usado, y para registrarlo solo tenés que ir al correo, firmar un papel y listo. Por eso cuando caminamos extrañamos las veredas con sombras de árbol que dominan casi cualquier pueblo argentino.
Otra cuestión que domina los paisajes argentinos y que no se encuentra en Nueva Zelanda son los buses abarrotados de trabajadores con cara cansada. Vemos pasar los buses con choferes aburridos y asientos vacíos, esperando que alguien se suba aunque sea por error.
¿Qué es Whatsapp?
Es la tercera aplicación más usada a nivel mundial, pero cuando le consultás a un kiwi si tiene Whatsapp frunce el ceño y responde ¿Sorry? como cuando no logran descifrar tu inglés hablado a tropezones. Y entonces me surgen un montón de preguntas: ¿Cómo hacen las tías para mandar audios de 3 minutos sin decir nada importante? ¿Cómo hace un abuelo para mandar a todos sus amigos las 74 fotos semanales que le saca a su nieto? ¿Cómo hace un amigo para molestar a otro cuando su equipo de fútbol le ganó al del otro? ¿Cómo organizan un partido de rugby, criquet o cualquiera de esos deportes que les gusta a las ex colonias británicas? ¿Cómo se mandan memes? ¡Cómo se mandan pornografía? ¿Tendrán idea quien es el mundialmente célebre Negro de Whatsapp?
Estas son alguna de las curiosidades de Nueva Zelanda que nos llamaron la atención en estos casi 2 meses que llevamos recorriendo el país. Probablemente sea un post que se extienda a medida que vayamos avanzando kilómetros, acompañanos y enterate qué otros asuntos nos van deslumbrando.