Yo soy Nico, arranqué el viaje por Sudamérica con 32 años, derribando el mito que es una aventura que se hace de joven. Nací en el Chaco y a los 18 años me fui a estudiar a Córdoba. Hasta esa edad soñaba con jugar al fútbol, pero como el 99% de los que intentan, no me pude dedicar a eso. Estudié Administración y terminé en el 2008, me fui a pasear a Europa un mes y cuando volví estalló la crisis del campo que dejó paralizado el país por varios meses, así que no estaba fácil conseguir trabajo para un inexperto.
Durante varios años pasé por algunos trabajos y mientras iba día a día a donde sea que tuviera que ir a trabajar, cada vez sentía con más fuerza que nada de eso me despertaba una vocación, así que ningún trabajo me hacía sentir pleno.
Por otro lado, en el 2007 empecé a escribir y ahí, en ese espacio llamado escritura sí comencé a sentir la felicidad. Además, durante 13 años di clases en la facultad. Ah, todavía sueño con jugar al fútbol. Con toda esa mezcla de intentos de saber a qué dedicarme, nos lanzamos a viajar y usamos este blog que me ayuda a cumplir el sueño de dedicarme a escribir.
Mi compañera de viaje y de vida es Lu. Tan tucumana como las empanadas cortadas a cuchillo. Después de ir y venir un par de veces de Tucumán a Córdoba, en 1995 se radicó con su familia en Monte Cristo (a 25 kilómetros de la capital cordobesa).
En el 2016 se recibió de psicopedagoga, última meta previa al viaje por Sudamérica. También es una cantante empedernida y cocinera espectacular. Esto último es lo que me enamoró :).
Nos conocimos en el 2010, con un empujón en un boliche, en la época del viejo Messenger. Tardé un mes de chat en convencerla que me diera su teléfono. No tardamos demasiado en darnos cuentas que teníamos muchos gustos e ideales en común, y tenemos el toque justo de locura para hacernos reír mutuamente, así que un año después ya estábamos viviendo
juntos.
La idea del primer viaje empezó como 3 años antes de haber partido, porque además de la cocina y la comida, a los dos nos apasiona mirar mapas, conocer lugares, personas y culturas nuevas. Así que apenas tuvimos las condiciones que creíamos necesarias para viajar, terminamos de armar el plan y nos pusimos en marcha.
Durante el viaje, nos dimos cuenta que no íbamos a poder contener el bichito viajero cuando volviéramos a nuestra vida sedentaria. Así que mientras viajábamos por nuestro continente, volvimos a fantasear con el plan original, que era conocer Nueva Zelanda y de ahí partir al Sudeste Asiático.
Al volver a la Argentina comenzó el nuevo plan, que ahora estamos haciendo realidad: estamos viviendo en Portugal, ya no como viajeros, sino como inmigrantes, una aventura totalmente diferente.