Cuando el viajero esté llegando a Ubud sus ojos se estirarán en una sonrisa al ver el verde y dorado de los arrozales; luego esos mismos ojos se abrirán grandes al sorprenderse por la aparente sucesión interminable de templos, al mismo tiempo que la nariz se frunce intentando adaptarse a los aromas fuertes que salen de todos los warungs, esos puestitos de comida callejera donde todos los platos lucen amenazadoramente rojos. Selamat Datang di Ubud, bienvenidos a Ubud.
El café más caro del mundo
Primero que nada, voy a decir que no creo que sea el café más caro, seguramente en Nueva York, Londres o París se puede encontrar (sin demasiado esfuerzo) un café más caro. Incluso el café más barato en el famoso Batavia Café de Jakarta, es más caro. Pero marketing es marketing.
Perdón, creo que debería hacer una introducción para que sepan de que hablo. En Bali se puede degustar el Copi Luwak, un café que se obtiene de los granos semi digeridos que expulsa un animal llamado civeta.
Hay muchas fincas cafeteras, nosotros fuimos a Bali Pulina porque en algún otro blog vimos que la recomendaban. Y fue una buena recomendación, aunque la primera impresión es la más fea. Te muestran un par de civetas encerradas en una jaula con los frutos del café, moviéndose de una punta a la otra, trepando el tronco que decora su morada y olfateando el encierro.
Mejor sigamos el recorrido. La finca está rodeada de selva, el verde domina todo; lo que no es arroz, son palmeras. El lugar está diseñado por un genio que sabía todo lo que tenía que hacer para que la gente se quiera quedar a vivir ahí. Terrazas de madera para que todos se saquen fotos, música oriental relajante, mesas adornadas con estilo minimalista, sillas cómodas mirando la selva tropical y empleados sonrientes invitándo a probar el café Luwak que ponen cara de sorpresa si escuchan que no. Al ver esa cara (malditos genios del marketing y el teatro), decidimos probar una taza y pedimos un combo de varios sabores que te convidan gratis. Arrancamos con el que se lleva la fama, lo tomamos en silencio y al volver a hablar, los dos lo habíamos tomado con culpa, pensando que para poder tomar ese café hay un animal encerrado en una jaula comiendo y cagando fruta todo el día. No nos hizo falta decir más nada, sabíamos que no volveríamos a tomarlo.
Pasamos a la degustación y eso sí lo disfrutamos sin culpa, con el placer que da la variedad (y lo gratuito).
¿Templos, palacios, hoteles o casas?
Cuando llegamos a Bali, en Denpasar ya nos había llamado la atención que la misma arquitectura tradicional balinesa se usará no sólo para los templos, sino en otros edificios. Pero en Ubud esa característica explotó y nos voló la cabeza. Adelante de cada casa vimos págodas y altares y ofrendas y estatuas. A tal punto llega la acumulación de estos mini templos que nos hacía dudar de qué eran, y además los hoteles, los spa y los bares en las zonas más turísticas también están rodeados o detrás de pagodas y grandes Vishnus y barongs (incluso el Monkey Forest parece un templo). Preguntando confirmamos que son templos familiares, a veces se construyen adelante de la casa y en otras, como en la homestay donde nos alojaron, está detrás de todas las habitaciones.
Viajando en moto es pintoresco hacer un recuento de lo que uno va viendo. Dentro de las ciudades de Bali sería algo así: Templo, templito , templito, galería de arte, templito, artesano, hotel-templito, templito, artesanos, gran templo, etc. Afuera de la ciudad, si es que existe algo llamado fuera de la ciudad en la isla, el panorama se compone de esta forma: arrozal, arrozal, hotel, arrozal, arrozal, arrozal, spa, arrozal y la rueda empieza de nuevo.
Uno de los días coincidió con el día en que bendicen todos los vehículos, un ritual que parece inventado por los lavaderos de autos, que estaban repletos de autos sonrientes y recién bañados, listos para recibir ofrendas y rezos.
Tanto hinduismo y arquitectura tradicional a veces me daban ganas de estar en otra isla de Indonesia, no porque no me gustara, todo lo contrario; pero la curiosidad y la ansiedad me daban ganas de poder ver y comparar las costumbres de Bali con el resto del país y me hacía preguntas. ¿Veremos templos en otras partes, o solo mezquitas? ¿Los gays de Java podrán ir a ver un show de drag queen con la libertad de los muchachos de Denpasar? ¿Qué pensaran en las otras islas de las turistas que se bañan en bikini? ¿Si ya no son mayoría hindúes, conseguiremos una carnicería?
Las terrazas de arroz de Jatiluwih
Los balineses llevan cosechando arroz con este sistema hace más de mil años, y no es un alimento cualquiera, está presente en su cultura y en su religión. Usan arroz para hacerle ofrendas a los dioses hindúes y a su vez tienen muchas ceremonias relacionadas con el proceso de la cosecha. Antes de plantearlo hacen una ceremonia, cuando comienza a crecer realizan otra, antes de cosecharlo otra, etc. En algunas piden y en otras agradecen.
Mientras nos refugiamos de la lluvia bajo el techo de uno de los templos que hay en el complejo de terrazas, pensaba que los habitantes del Perú pre-inca también usaban sistemas de terrazas para cosechar y me asombraba, tal vez por mi ignorancia en cualquier tema relacionado con la agricultura (entre otras ignorancias), que dos civilizaciones que no se conocieron hubieran encontrado la misma solución para lograr producir sus alimentos.
La UNESCO declaró patrimonio de la humanidad a las terrazas de arroz de Bali por considerarlas Paisaje cultural. En Jatiluwih sólo vimos paisaje. Enormes arrozales dorados esperando a ser cortados, y un pequeño grupo de personas iniciando una ceremonia relacionada con la cosecha. Tal vez por ser domingo no había gente trabajando, y verlo vacío nos hacía sentir que faltaba algo. Por eso digo que solo fue paisaje. En cambio, para nosotros lo más cultural fue lo que encontramos en el camino de vuelta a Ubud. Un grupo de mujeres extraía los granos de arroz sacudiendo un manojo de tallos dentro de un canasto, una anciana desmigajaba otra tanda sobre una bolsa arpillera, otra cortaba tallos con su herramienta afilada y otra trasladaba un saco gordo de arroz sobre su cabeza. Y con eso completamos nuestro tour arrocero.
Tour por algunos templos
A veces los errores nos llevan a donde queremos ir. Perdidos con las indicaciones de Google Maps para ir a Sebatu (Gunung Kawi Sebatu Temple le decimos los amigos, o también Pura Tirta Dawa Gunung Kawi Sebatu), un motociclista se nos acercó para preguntarnos a donde íbamos. Uno mira toda ayuda en el extranjero con el toque de paranoia que transmiten en foros, en los medios y los propios habitantes locales que siempre te dicen que tengas cuidado. Cuando le dijimos que queríamos ir al templo, el hombre se rió y nos preguntó a cuál. Un pequeño detalle que no habíamos tenido en cuenta, en la zona hay tantos que siempre hay que aclarar.
Él nos explicó que si seguíamos un poco más por la misma ruta llegaríamos a Batur, que era uno de los mejores de Bali dijo y esa recomendación nos hizo cambiar los planes, dejarnos llevar un poco más, ese es uno de los principios de este viaje. Además, recodamos que Batur, aunque estaba lejos de Ubud, en un principio también habíamos pensado en conocerlo, así que seguía siendo un buen plan el cambio de plan.
Pura Ulun Danu Batur
Al entrar nos encontramos con un puñado de hindúes y montañas de ofrendas. Caminamos por el lugar y, al contrario de lo que pasa en la calle, aquí casi nadie nos miraba, aún cuando éramos los únicos extranjeros, pasábamos desapercibidos, como si al pasar por las puertas partidas del templo hubiéramos dejado de ser esa pareja extraña que anda en moto y todos se dan vuelta a mirar.
Yo esperaba agazapado una mirada cómplice que me permitiera acercarme a hacer un par de preguntas que me surgían: ¿por qué algunas págodas tienen tantas ofrendas y otras ninguna? ¿Hoy celebran algo especial o todos los días traen tantas ofrendas? ¿Por qué esa págoda es más alta que las demás? ¿Y por qué aquel sector está pintado de rojo y tiene pinta de ser chino? Así que me acercaba lentamente hasta donde había alguna persona, y cuando me miraban: Halo, do you speak English? No, no,no. Decían, moviendo las manos y esquivando la mirada, y seguían camino, mientras yo me quedaba con la catarata de preguntas desbordando por las comisuras de la boca abierta.
El templo tiene un montón de estatuas y está repleto de detalles misteriosos (misteriosos por culpa de mi ignorancia), todo huele a incienso y el piso está regado de pequeñas ofrendas en unas canastitas de paja, mientras los altares tienen grandes canastas con arroz y frutas.
Salimos y a los 3 pasos encontramos otro templo. O tal vez era el mismo, solo los separaba un callejón angosto y tenían nombres diferentes, este se llamaba Pura Ratu Pande (a esta altura se habrán dado cuenta que Pura significa templo), había menos gente, pero la misma cantidad de ofrendas. Lo estaban acondicionando, y yo me imaginaba algún post de algún viajero que dentro de unos años va a decir que es uno de los mejores templos de Bali. Y tal vez pase a ser más interesante que Batur cuando tenga su techo pintado, sus paredes listas y su jardín siga tan armonioso y pacífico. Más detalles, más estatuas y las mismas preguntas golpeando la garganta, sin encontrar dónde hacer eco.
Así que nos fuimos con el sabor dulce de haber visto algo auténtico sin la marquesina de los templos más renombrados, con sus fieles haciendo lo que hacen los fieles en un templo, pero con el sabor amargo por seguir siendo unos ignorantes.
Gunung Kawi Sebatu, uno de los templos de agua de Ubud
Sebatu es uno de mejores ejemplos de los templos de agua de Bali, está relativamente cerca de Ubud por eso recibe bastantes turistas, aunque hay que decir que ninguno de los atractivos que visitamos estaba abarrotado de gente. Antes de ir leí que muchos locales lo visitan para bañarse en sus aguas, ya que sus manantiales son purificadores.
Entonces, en la fantasía uno cree que va a encontrar la imagen que ve en esos documentales donde cientos de hindúes están bañándose y rezando, con la formalidad que exige todo lo espiritual. Entonces el encanto se rompe cuando de un lado de la pared sabemos que hay una pileta en las que un puñado de mujeres charlan mientras se bañan semi desnudas, mientras que del otro lado un grupo de niños y adolescentes gritan y saltan a la pileta, juegan y se ríen como hace cualquier grupo de niños y adolescentes en cualquier pileta.
Y ahí es cuando uno tiene que caminar, rodear las piscinas donde nadan cientos de peces gordos y patos serios, y reflexionar sobre la necesidad de adaptar las expectativas a la realidad. ¿Por qué se me habrá ocurrido que ese lugar iba a ser sagrado? ¿Solo porque me piden que entre usando el sarong o porque creo que todos los templos tienen que emanar espiritualidad? ¿Y quién dijo que lo sagrado tiene que ser formal y las piscinas sagradas no pueden desbordar de risas infantiles?
Nos sentamos a charlar de esto, miramos los peces y patos que viven en paz en el estanque donde Vishnu observa a los visitantes, descansamos de la humedad y el calor que reinan en Bali y cuando los cuerpos estuvieron preparados les hicimos caso y partimos.
Desde el templo volvimos a nuestro alojamiento en Ubud, desandando las cientos de curvas que incluía el camino que señalaba Google maps y que incluía templos, templitos, templitos, arrozales, warung con olores picantes, templos, artesanos, hoteles, spas, templitos, y todo lo que esas curvas de Bali esconden y muestran para los viajeros que pasan a saludar a Ubud.