Tucumán: La Selva de la República

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El viaje hacia el norte argentino arrancó con un cambio de planes. Íbamos a hacerlo en nuestro Peugeot 205, pero una semana antes de salir, el auto decidió que mejor lo hacíamos en bus y dejó de funcionar.

Con Lu salimos directo a Bella Vista, su pueblo natal. Ahí nos alojamos en la casa de sus abuelos. Una casa preparada para alojar a la gran familia y con un patio enorme lleno de árboles frutales y plantas aromáticas y  una extensa huerta que su abuelo cuida desde las primeras horas del día.

En Tucumán, donde cae una semilla crece algo. Todo es selva y la naturaleza es rica y generosa, esa hermosura se refleja en sus valles. Y esos paisajes contrastan con la pobreza que nace de las raíces de la corrupción. Por eso creo que el sobrenombre de el Jardín de la República le queda chico, es la Selva de la República.

Nuestra segunda escala en la provincia fue Tafí del Valle. En el comienzo de nuestra aventura nos acompañaron los primos de Lu.  Allí disfrutamos de un paisaje que parece una alfombra puesta sobre inmensos cerros. El Valle, debido a que está ubicado a unos 2000 M.S.N.M. tiene un clima húmedo y templado y predominan las praderas.

Como la mayoría de los pueblos de esas latitudes, viven del turismo. Y si bien no tiene grandes atractivos turísticos específicos, se puede disfrutar de los diversos ríos que abundan la zona y del dique ubicado en El Mollar, otra localidad que está a 14 Km. También se puede pasear por un circuito de artesanos.

Otros de los atractivos para conocer en El Mollar son los Menhires. También se puede visitar el museo jesuítico y para los que prefieren el turismo de aventura, hay opciones de treking y rappel.

Hay que tener en cuenta que si se va en enero es temporada alta y es complicado conseguir alojamiento sin previa reserva, ya que Tafí del Valle y El Mollar es donde veranean los jóvenes de la provincia.

Después de haber estado un par de días en Tafí seguimos subiendo en altura y en el mapa, y fuimos a Amaicha del valle. Este es un pintoresco pueblito de 1300 habitantes, con casas bajas de adobe y dominado por una hermosa paz que se siente en cada rincón.

En Amaicha paramos en un hostel que cuenta con habitaciones privadas y un gran patio para los viajeros que prefieren parar en carpa. Decidimos quedarnos una noche para poder seguir viaje hacia Cafayate. Esa noche disfrutamos de un fogón, buena música y la mejor onda de cada uno de los que estaban parando en el hostel. Después de cenar una rica polenta con salsa hecha a fuego de leña, salimos a caminar por las calles amaicheñas. Dada la escasa contaminación lumínica, se podían observar muy bien las estrellas. La noche estaba totalmente despejada, lo que nos permitió ver una franja del cielo repleta de astros. Disfrutamos del paisaje y la paz que lo caracteriza por un par de horas y nos fuimos a dormir, ya que al día siguiente nos esperaba un día largo.

Bien temprano a la mañana partimos hacia las ruinas Quilmes. Esta era la ultima etapa que hacíamos con los primos de Lu, así que era el último día con movilidad, en adelante tendríamos que manejarnos en colectivo. Para llegar a las ruinas, desde Amaicha del Valle hay que seguir camino por la ruta RP307 que toma el nombre de RP357 y empalmar, con rumbo norte, la RN40. Son 22 Km.

Cuando llegamos nos recibió una llama sonriente, y luego se unió toda la manada.

Llama sonriente

En la entrada se ofrecen guías para recorrer las instalaciones. Aunque lo hicimos solos, estuvimos charlando con ellos y ahí nos enteramos que el hermoso hotel que se construyó estaba desocupado porque estaban en disputa los habitantes originarios (descendientes de los Quilmes), con el gobierno de la provincia. Desde la década del 90 estaba concesionada a un privado, luego la provincia dijo que se debía devolver la Ciudad Sagrada a la comunidad aborigen, pero el dueño de la explotación llevó la batalla al terreno judicial.

Es el sitio arqueológico precolombino más grande de Argentina. Fue reconstruido por lo que no puede apreciarse en un estado natural, pero sirve para tener una buena imagen de cómo vivía este pueblo que luego sufriría el exterminio en su interminable caminata hasta Buenos Aires.

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