Potosí: La ciudad de los mineros

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Llegamos como a las 8 de la noche desde Uyuni, y la terminal estaba cerrada así que teníamos que caminar para buscar un hospedaje, ya que no habíamos encontrado un anfitrión de Couchsurfing. Los hospedajes cerca de la terminal eran caros o demasiados escasos de servicios. Por suerte una señora nos recomendó que fuéramos hasta el centro, que tendríamos más opciones baratas. Tuvimos que ir en taxi porque, como todas las ciudades de Bolivia que conocimos, Potosí tiene muchas pendientes. Al final conseguimos una habitación doble privada por 90 bolivianos, y al día siguiente logramos que nos rebajaran a 80 ,y que nos pasaran a una matrimonial, y con eso decidimos quedarnos 3 noches más.
Todas las noches, excepto la última, comimos en unos carritos que estaban frente al hostal, por 7 Bs podíamos comer unos sandwiches de lomito o de milanesa, por 5 una hamburguesa y por 10 pizza individual.
La primera mañana salimos a conocer el centro histórico. Incluye varias cosas a las que no entramos por el valor de la entradas, por ejemplo, la casa de la moneda (40), la catedral (20), otras iglesias y museos (20). Así que todos esos los vimos desde afuera y a la casa de la moneda nos dejaron entrar hasta el patio. Entonces para poder conocer un poco de la arquitectura colonial, decidimos hacer un tour Administrativo/Burocrático, que consiste en entrar a todos los edificios gubernamentales. Potosí es una ciudad patrimonial y se destaca por esta arquitectura, por lo que es una de las cosas que se suele mirar cuando se viaja hacia allí.

Arco de mejillones

Otro punto de interés son los arcos que separaban el centro de la ciudad de la zona en la que vivían los indígenas, que irónicamente eran quienes construían las ciudades coloniales, porque los españoles no se destacaban por ser trabajadores. También pasamos un rato largo en la plaza viendo la gente caminar y vivir su vida cotidiana.
A la tarde seguimos caminando, y mientras recorríamos conociendo, buscábamos alguna agencia de turismo para ir a conocer la mina en el Cerro Rico. Así que en concreto no hicimos demasiado ese primer día.
El segundo día empezamos con el tour a las minas. Lo conseguimos por 70 Bs por persona. Nos decían que nos hacían precio porque había poco turismo por los cortes de ruta, puede ser verdad. Eramos 7 turistas, e iban un guía en español, uno en inglés y el chofer de la camioneta.
Primero nos llevaron a una casa a donde nos dieron todo el equipaje para poder entrar de forma segura a la mina. De ahí nos fuimos al mercado minero. Allí nos explicaron un poco acerca del uso de la coca y el alcohol en el interior de la mina, del ritual del Tío y como se usan los explosivos. Ellos hacen chistes porque es el único lugar del mundo donde se puede comprar libremente dinamita. También los turistas compran regalos para los mineros, o sea hojas de coca, cigarrillos armados , gaseosa o alcohol.

Comprando dinamita en el mercado minero

Luego, sí nos dirigimos a la mina.

Vista de Potosí desde el Cerro Rico

El Cerro Rico es explotado desde la época colonial. Si alguna vez alguien vio cuanto oro, plata, etc. hay en los palacios españoles y sintió bronca sabiendo que eso es todo robado, puede completar el círculo de bronca conociendo la historia de estas minas. Yo sentí eso, mirar la boca de esas minas, pensando cuantos indígenas y esclavos se ha comido para beneficiar un rey que usaba sus frutos metálicos para guerras inútiles y demostrar poder en un salón adornado de oro y plata, mi hacían sentir mucha triste y bronca, tanta como sentí en el 2008 cuando visité el palacio real en Madrid.

Los invasores, a través de la ley de la mita, obligaban a trabajar en las minas a 12000 indígenas por año, divididos en 3 grupos de 4000 por temporada. El que sobrevivía tenía que volver al año siguiente. Gracias a este método, se calcula que murieron más de 8 millones de indígenas. Dicen que con el oro que se robaron se puede hacer un puente hasta España y otro puente con los huesos de los indígenas muertos. Como les quedaban pocos indígenas, trajeron negros, pero por el tamaño no podían pasar por los túneles que hacían los locales y se morían de calor adentro de las minas, así que se los usaba en las cocinas o para servir a los amos españoles.
Estar en el interior de la mina es estar en un mundo nuevo. Está repleta de túneles y huecos y vías de tren que se usan para sacar los minerales en carros. Para nosotros, entre el polvillo en el aire y el barbijo se hacía bastante difícil respirar. Para saber fácil donde está la salida, se guían por los caños de oxigeno, que pasan por el callejón principal. Verlos trabajar en la oscuridad, encorvados, rodeados de polvillo, con martillos neumáticas, picos y palas y empujando manualmente carros con 14 toneladas de roca, me hacía preguntarme qué esperanza de vida tiene un minero.

25 años trabajando en la mina

Hoy la forma de explotación es cooperativa. El minero que quiere tener un pedazo de mina propio, tiene que aportar a la cooperativa entre 3000 y 5000 dólares y tiene que haber trabajado al menos 3 años y comenzar como ayudante de socio. Antes de ser aceptado como socio de la cooperativa se hace una reunión en la que el resto de los miembros dicen si fue un buen compañero o no, y si lo aceptan o no. Y este sistema es el que está generando polémica y los bloqueos de ruta. Según los guías que suelen trabajar en la mina y conocen a los mineros, el problema es que el gobierno quiere modificar la ley de minas y permitir que empresas privadas exploten las minas. Y según los partidarios de Evo, que nos hospedaron en Sucre, la realidad es que el gobierno quiere que los empleados que tienen los socios de las cooperativas estén sindicalizados y los cooperativistas no quieren darle beneficios a sus empleados. Dos campanas parciales y diferentes, y nosotros estuvimos poco tiempo como para poder entender un juego de intereses y poderes tan complicado.
Uno de los puntos donde nos detuvimos fue ante la imagen del Tío.

Todos los viernes le hacen ofrendas pidiendo y agradeciendo

El Tío es una estatua con aspecto de diablo y cuya figura es a la que los mineros hacen ofrendas para conseguir una buena veta de mineral y que no haya accidentes. Lo interesante de esta imagen es que la impusieron los españoles. Es decir que los españoles le impusieron un Dios a través de la religión y les impusieron el trabajo a través de un Diablo. Como los españoles sentían que los indígenas eran vagos para trabajar (aparentemente no tenían muchos deseos de inmolarse en nombre del rey) pusieron una imagen dentro de las minas que se asemejaba a la imagen del diablo que les habían enseñado en la iglesia y les decían que si no se esforzaban en el trabajo el Tío los castigaría. Por eso desde entonces los mineros trabajan hasta 14 horas sin parar, alimentándose solo con hojas de coca y alcohol.
Lu había entrado con miedo a estar encerrada en un lugar bajo varios metros de tierra, pero se le fue pasando, hasta que hubo una secuencia de varias explosiones y ahí le volvió el susto. Pero como por las explosiones el túnel hacia el que íbamos se llenó de polvillo, el guía nos condujo hacia la salida. Afuera trabajan algunas mujeres, algunas clasificando el material extraído y otras cuidando que nadie ajeno a la cooperativa se meta en la mina. Después de intentar recuperar el aire y sacar un par de fotos más, terminó el tour.

Al día siguiente nos dedicamos solo a caminar y pasear, tratando de conocer lo más posible de la ciudad. Con la excusa de conocer los dos arcos que nos faltaba, anduvimos por muchas zonas que todavía no habíamos visto.
La primera sorpresa con la que nos encontramos fue que ese día, 17 de agosto, era el día de la bandera en Bolivia. Así que nos quedamos un rato escuchando las bandas estudiantiles tocar las marchas militares y viendo los niños de jardín, que desfilan vestidos de soldados con rifles cargados al hombro, para honrar su bandera.
Hasta nuestro encuentro con los muchachos de Evo en Sucre, solo escuchamos críticas hacia el gobierno, pero nosotros vimos un par de cosas que nos hacen creer que se está intentando mejorar la cultura y la salud del pueblo. Primero escuchamos un auto que pasó promocionando una campaña de detección temprana del cáncer, que es gratuita. También escuchamos una campaña antirábica. Y lo otro que vimos relacionado con este tema, fue la segunda sorpresa que encontramos al estar caminando. En una calle alejada del centro había varias carpas como si fuera una feria, en cada puesto había médicos o especialistas tratando de concientizar sobre distintas enfermedades, incluido una psicopedagoga enseñándole a las madres lo que es la estimulación temprana.

Nos despedimos de Potosí comiendo abajo del hotel, en un restaurante por 25 Bs, un plato que se llama pailita y que traía de todo: pollo, hamburguesa, salchicha , huevo frito con jamón, papa frita y ensalada. Y nos compramos una cerveza para tomar adentro del hotel.
Al otro día salimos a Sucre. Otra ciudad patrimonio de la humanidad, donde nos encontraríamos con varias historias inesperadas.

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